En una vida donde la fe implora suplicamos que todo nos vaya bien. Pero hay algo o alguien que pisa nuestras pequeñas esperanzas de alcanzar esa cercana felicidad que nos provocaría un agradable sentimiento de bienestar, de gozo, de rozar esa nube circundante o por el contrario lejana.
Lagrimas de acero, que rompen el suelo que pisamos, que atraviesan corazones, corazones de manteca. Lagrimas de hielo que producen cambios en el tiempo. Tiempo o espacio infinito en el que no somos nadie… ni nada.
Todo esto hace que nos preguntemos ¿y por qué?... “Lo siento, no puedo ser perfecto”.
Lagrimas de acero, que rompen el suelo que pisamos, que atraviesan corazones, corazones de manteca. Lagrimas de hielo que producen cambios en el tiempo. Tiempo o espacio infinito en el que no somos nadie… ni nada.
Todo esto hace que nos preguntemos ¿y por qué?... “Lo siento, no puedo ser perfecto”.
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